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¿Qué es la autoginefilia? Entrevista al Dr. Ray Blanchard – Traducción

Por su interés, rescatamos una entrevista realizada al Dr. Ray Blanchard por la periodista Louise Perry, publicada el 6 de noviembre de 2019 en la revista online Quillette, para dar a conocer la autoginefilia, la parafilia que alimenta a la mayoría de las llamadas “transiciones” de varones que se identifican como mujeres.

En el artículo original se utiliza el lenguaje impuesto por la doctrina de la “identidad de género” (habla, por ejemplo, de varones y mujeres “de nacimiento” para referirse a hombres y mujeres, mientras que utiliza la construcción “mujeres trans” para referirse a varones que se identifican como mujeres). 

Se ha optado por una traducción del texto sin adaptarlo al registro feminista radical, abolicionista de género, por no manipular las voces de la periodista y el entrevistado.

Así, la traducción mantiene la terminología y las comillas del texto original en idioma inglés, si bien se han marcado en cursiva (inexistente en el original) los términos de la ideología queer, además de introducir notas para realizar comentarios y aclaraciones que se consideran necesarios.

¿Qué es la autoginefilia? Entrevista al Dr. Ray Blanchard

Louise Perry, 6 de noviembre de 2019

Ray Blanchard es profesor adjunto de Psiquiatría en la Universidad de Toronto y está especializado en el estudio de la sexualidad humana, particularmente en cuestiones relacionadas a orientación sexual, parafilias y trastornos de identidad de género. En las décadas de 1980 y 1990 desarrolló una teoría sobre las causas de la disforia de género en varones 1 que recibió el nombre de “tipología de transexualidad de Blanchard”. Esta tipología -que sigue siendo muy controvertida2– clasifica a las mujeres trans (es decir, varones que se identifican como mujeres) en dos grupos diferenciados.

El primer grupo está formado por mujeres trans “andrófilas”3 (en ocasiones referidas como “homosexuales”), quienes sienten atracción sexual exclusivamente por4 hombres y cuyo comportamiento y aspecto son marcadamente femeninos5 desde una edad temprana. Suelen iniciar el proceso de transición médica antes de alcanzar la edad de 30 años.

El segundo grupo está motivado por lo que Blanchard denominó “autoginefilia”: una orientación sexual6 caracterizada por la excitación sexual7 ante la idea o la imagen de sí mismo como mujer. Los autoginéfilos8 suelen9 sentir atracción sexual10 por las mujeres11, aunque también pueden identificarse como asexuales o bisexuales. Es más probable que la transición se produzca más tarde en su vida y que hayan tenido una presentación típicamente masculina hasta ese momento.

Aunque la tipología de Blanchard está respaldada por un gran número de sexólogos y otros investigadores, es fuertemente rechazada por la mayoría de los transactivistas que niegan la existencia de la autoginefilia. La historiadora médica Alice Dreger, cuyo libro de 2015 Galileo’s Middle Finger incluye un repaso de la controversia sobre la autoginefilia, explica por qué:

“Hay una diferencia fundamental entre la autoginefilia y la mayoría de las demás orientaciones sexuales: La mayoría de las otras orientaciones no se interrumpen eróticamente por el simple hecho de ser etiquetadas. Cuando llamas homosexual a un hombre gay, no estás perturbando sus esperanzas y deseos sexuales. Por el contrario, la autoginefilia quizá se entienda mejor como un amor que prefiere no ser nombrado. El erotismo supremo de la autoginefilia reside en la idea de convertirse o ser realmente una mujer, no en ser un varón de nacimiento que desea ser una mujer”.

La entrevista a Blanchard se llevó a cabo vía email y Skype. El texto ha sido ligeramente editado para mayor claridad.

Ray Blanchard: Yo mismo introduje la palabra y el concepto de autoginefilia -la tendencia de ciertos varones a excitarse sexualmente con el hecho de pensar o imaginarse a sí mismos como mujeres- en 1989 como una extensión del concepto de fetichismo travestista. El diagnóstico del DSM12, Fetichismo Travestista, lo definía en aquel momento como impulsos y fantasías sexuales de varones heterosexuales que implicaban travestismo.

Mis primeros escritos sobre autoginefilia se publicaron en revistas especializadas con muy poca difusión. Sus destinatarios eran un reducido grupo de terapeutas especializados en la evaluación y el tratamiento de pacientes con disforia de género. Sin embargo, este trabajo atrajo la atención de dos personas que decidieron difundirlo más ampliamente, una por Internet (Anne A. Lawrence13) y otra en forma de libro (J. Michael Bailey). Estas iniciativas, especialmente el libro, enfurecieron a tres influyentes mujeres trans -dos de ellas académicas de alto nivel- que intentaron que se despidiera a Bailey de su puesto de profesor en la Northwestern University por haberlo escrito. Alice D. Dreger, historiadora médica, ha documentado detalladamente esta campaña. Paradójicamente, los esfuerzos de los transactivistas, tanto entonces como ahora, por ocultar cualquier mención de la autoginefilia en el discurso público han dado lugar a una mayor concienciación pública al respecto. Creo que el comportamiento autodestructivo de los transactivistas ha persistido porque la idea de la autoginefilia toca una fibra sensible. Si la idea no tuviera relevancia para ellos, simplemente la habrían ignorado, y la idea de la autoginefilia no sería más que una de las muchas hipótesis olvidadas del trastorno de identidad de género.

Posteriormente, otros acontecimientos inesperados (para mí) influyeron en mi idea de la autoginefilia. Los transactivistas modernos redefinieron el transexualismo/transgenerismo como un problema político y no como un problema clínico. La negación rotunda de la existencia de la autoginefilia se convirtió en una regla del transactivismo moderno; el transactivismo se convirtió en un subdepartamento del Movimiento por la Justicia Social; y el Movimiento por la Justicia Social14 se convirtió en uno de los principales contendientes en las continuas y omnipresentes Guerras Culturales.

El resultado es que la mayoría de los transactivistas -y, por solidaridad, sus “aliados”- niega la existencia de la autoginefilia. Dado que la mayoría de los psicólogos, sociólogos y catedráticos en Humanidades de las universidades son “aliados”, durante al menos una generación, el tema de la autoginefilia podría ser omitido de los cursos de Sexualidad Humana o Estudios de Género. El otro bando de las Guerras Culturales (como quiera llamarse a ese bando) está dispuesto a reconocer la existencia de la autoginefilia en el momento en que se entera de su existencia, pero tiende a lanzarla como insulto contra los varones trans que se identifican como mujeres, a quienes les ofende. Eso, por supuesto, no es lo que yo pretendía cuando acuñé el término hace 30 años.

En la actualidad, muchos heterosexuales MtF15 -quienes se consideran a sí mismos mujeres trans lesbianas– vigilan incesantemente los foros en Internet en busca de cualquier mención a la autoginefilia. Si un recién llegado comenta que cree que la autoginefilia describe su propia vivencia, no tardan en hacerle saber que se trata de un pensamiento equivocado y que la autoginefilia no existe. Por lo tanto, es difícil hacerse una idea de cuántos varones con disforia de género piensan en secreto que la autoginefilia describe su experiencia vital, porque afirmarlo en línea produce desprecio y otras reacciones negativas.

RB: Dudo mucho que haya aumentado la prevalencia de la autoginefilia o de la disforia de género autoginéfila per se. Creo que lo que ha cambiado es la proporción de autoginéfilos que ha “salido del armario” ante sus familias, amigos y empleadores, no el número total de trans autoginéfilos. Hace cuarenta años, la decisión de un autoginéfilo de hacer la transición al rol femenino solía tener consecuencias negativas en el ámbito personal y laboral. Ahora, esa decisión tiene tantas probabilidades de ser elogiada por su valentía como de ser criticada por su egoísmo e irresponsabilidad.

El cambio en las consecuencias para los trans andrófilos ha sido mucho menor. Tienden a ser visiblemente femeninos (o afeminados), incluso cuando intentan ser “más masculinos”, y esto era tan cierto hace 40 años como ahora. Los trans andrófilos tenían menos prestigio social que perder con la transición, y lo mismo ocurre ahora.

Cuando analicé las cifras relativas de varones autoginéfilos y andrófilos con disforia de género en 1987, los casos de autoginéfilos ya eran mayoritarios y se acercaban al 60%. La proporción había alcanzado el 75% en 2010, y podría ser incluso mayor ahora.

No tengo constancia de que haya poblaciones significativas de autoginéfilos MtF en países no occidentales. Eso no significa que no existan. Podría significar simplemente que, para los varones no homosexuales, el coste social de “salir del armario” como trans es mucho mayor en las culturas no occidentales.

RB: Esto depende de la intensidad de la autoginefilia y, quizá más importante, de la gravedad de la disforia de género que pueda surgir como consecuencia de ella. Para la disforia de género leve o intermitente, el seguimiento psicológico o la terapia cognitiva-conductual pueden ser suficientes para ayudar al paciente a superar los “brotes” de sentimientos disfóricos. Esta sería una opción lógica de tratamiento si el paciente tiene un matrimonio que desea mantener o una carrera valiosa que inevitablemente se vería afectada si intentara hacer la transición al rol femenino.

En los casos de disforia de género grave y prolongada, el tratamiento hormonal y la cirugía de reasignación de sexo pueden aportar al paciente la mejor oportunidad para obtener tranquilidad y una mejor calidad de vida. En mi opinión, los médicos responsables deberían exigir a los pacientes que vivan durante un periodo de tiempo significativo en el rol transgénero antes de aprobar su cirugía. Un año mínimo, pero lo preferible serían dos años.

No creo que la autoginefilia per se -o cualquier otra parafilia u orientación sexual- pueda extirparse mediante tratamiento. En mi opinión, se puede enseñar a las personas a no hacer lo que quieren -cuando lo que quieren es perjudicial para ellas mismas o para los demás-, pero no se les puede enseñar a no querer lo que quieren.

RB: No creo que la autoginefilia se dé en mujeres de nacimiento. La única prueba de que existe es un estudio tendencioso en el que se hicieron preguntas inadecuadas a un pequeño número de mujeres no representativas. Este estudio, realizado por Charles Moser, M.D., fue inmediatamente elogiado por miembros de la comunidad trans porque afirmaba lo que muchos trans MtF creen desesperadamente: que las historias personales de autoginefilia no contradicen su convicción de ser psicológicamente idénticos a las mujeres biológicas, porque las mujeres biológicas también experimentan autoginefilia.

El estudio de Moser fue criticado por su metodología por la Dra. Anne A. Lawrence, autora de la monografía académica más completa sobre la autoginefilia, Men Trapped in Men’s Bodies16, quien es ella misma un transexual autoginefílico postoperatorio. Según Lawrence, los ítems del cuestionario que Moser utilizó para medir la autoginefilia en las mujeres (29 empleadas de un hospital) no evaluaron adecuadamente el elemento esencial de la autoginefilia -la excitación sexual simplemente ante la idea de ser mujer- porque no hacen hincapié en ese elemento.

Mis propios argumentos contra la afirmación de que la autoginefilia ocurre con frecuencia en las mujeres de nacimiento eran más generales y no estaban dirigidos al estudio de Moser. Escribí, por ejemplo, que la idea de que las mujeres biológicas se excitan eróticamente -y a veces incluso se masturban- con el pensamiento o la imagen de sí mismas como mujeres puede parecer factible si sólo se tienen en cuenta las fantasías convencionales y genéricas de ser una mujer hermosa y seductora en el acto de atraer a un hombre (o mujer) sexy y deseable. Parece mucho menos factible si se tienen en cuenta las otras formas en que algunos hombres autoginéfilos se imaginan a sí mismos como mujeres en sus fantasías masturbatorias. Los ejemplos que he recopilado incluyen: fantasías sexuales con la menstruación y rituales masturbatorios que simulan la menstruación; ponerse un enema, mientras se imagina que el ano es una vagina y que el enema es un lavado vaginal; ayudar a la empleada del hogar a limpiar la casa; sentarse en una clase de niñas en la escuela; tejer en compañía de mujeres; y montar en una bicicleta de niñas. Estos ejemplos muestran que las fantasías sexuales autoginéfilas tienen un elemento fetichista que las hace cualitativamente diferentes de cualquier idealización superficialmente similar en las mujeres biológicas.

También existe el revelador fenómeno de los autoginéfilos que se excitan involuntariamente con el travestismo o la idea de cambiar de género, y que se quejan de las dificultades que tienen para ponerse ropa de mujer sin desencadenar la erección o la eyaculación. Parece probable que pocas mujeres natales darían datos análogos de que desearían poder vestirse sin desencadenar la lubricación vaginal o el orgasmo.

RB: Las menciones clínicas de mujeres heterosexuales con rasgos muy masculinos que dicen sentirse como si fueran hombres homosexuales y que se sienten fuertemente atraídas por hombres afeminados se remontan a más de 100 años. Pero no creo que sean los equivalentes femeninos de los autoginéfilos17, y para subrayar este punto he empezado a referirme a ellas como autohomoeróticas. Algunas desarrollan una disforia de género clínicamente significativa, y está bien documentado que al menos un pequeño número de mujeres con disforia de género autohomoerótica se han sometido a una reasignación quirúrgica de sexo y han quedado satisfechas con su decisión, sin embargo, hasta hace poco, la transexualidad FtM 17autohomoerótica era muy poco frecuente. 

Las diferencias entre la autoginefilia en los hombres y el autohomoerotismo en las mujeres pueden parecer sutiles. A los autoginéfilos (varones) les atrae la idea de tener un cuerpo de mujer; a las autohomoeróticas (mujeres) les atrae la idea de participar en el sexo gay masculino. Para los autoginéfilos, convertirse en una mujer lesbiana es un objetivo secundario, es la consecuencia lógica de sentirse atraído por las mujeres y querer convertirse en una mujer. Para las autohomoeróticas, convertirse en un hombre gay parece ser su objetivo principal o es al menos un objetivo fundamental.

También hay diferencias notables en las biografías particulares de ambos tipos. Muchos trans autoginéfilos relatan un periodo de su vida, normalmente durante la pubertad, en el que se ponían ropa interior femenina (a menudo la tomaban “prestada” de sus madres o hermanas) y se masturbaban hasta alcanzar el orgasmo. Por el contrario, en las biografías de las mujeres autohomoeróticas no aparecen relatos de masturbación y orgasmo por ponerse ropa interior masculina.

RB: Para poder saber por qué muchos o la mayoría de los tipos de parafilia son más comunes en hombres que en mujeres, también tendríamos que saber qué causa cada tipo de parafilia. Por ejemplo, entendemos por qué la osteoporosis es más común en mujeres mayores que en hombres mayores porque sabemos que la osteoporosis está relacionada con niveles hormonales bajos.

Creo que estamos muy lejos de un conocimiento comparable sobre las causas de las parafilias. Para poner esta ignorancia en perspectiva, consideremos la investigación sobre la orientación sexual. La homosexualidad no es una parafilia, pero sirve como punto de comparación útil. Se han realizado muchas más investigaciones de laboratorio sobre la homosexualidad que sobre cualquier parafilia, pero seguimos teniendo sólo pequeños conocimientos sobre los factores que influyen en la orientación sexual.

RB: Sé que es posible que la gente hable de la autoginefilia de forma sincera y distendida, o incluso compasiva, porque lo he visto en mi cuenta de Twitter.

En algunas ocasiones, autoginéfilos (anónimos) han publicado hilos bien articulados y organizados explicando lo que se siente al excitarse sexualmente al pensar o imaginarse a sí mismos como mujeres, cómo estos sentimientos sexuales se relacionan con la aversión emergente hacia sus cuerpos masculinos y su deseo de poseer un cuerpo femenino, y los efectos nocivos de la autoginefilia y la disforia de género en sus relaciones personales, su estado de ánimo y su funcionalidad general. Estos hilos estimulan a otros seguidores a publicar mensajes de felicitación por la sinceridad y la valentía junto con declaraciones de apoyo. Nadie ha dicho nunca: “Ahora que entiendo mejor a los de tu calaña, me das aún más asco”, a pesar de que la gente en Twitter no es conocida por su autocontrol ni por su caridad.

Sin embargo, no sé si ese discurso sin controversia ha sido o será posible en ámbitos más públicos. Probablemente no sea posible ahora mismo, debido a la actual politización del término autoginefilia.

Hasta ahí, el artículo publicado por Quillete. Es evidente que el Dr. Blanchard no ha desarrollado su tipología de la transexualidad motivado por el odio hacia las personas que quieren identificarse con el sexo opuesto. Siendo él mismo psicólogo, no considera que padecer una patología sea motivo de estigmatización, y cree que las personas que sienten rechazo hacia su sexo deberían recibir tratamiento para aliviar su angustia. Pero lo importante es que hace una distinción entre los tipos de hombre que desean ser mujeres, una distinción que los transactivistas quieren ocultar. ¿Y por qué? Porque la autoginefilia es una parafilia, o sea, una desviación sexual. Quienes la tienen sienten placer sexual al ver y oír que la gente se refiere a ellos como mujeres; al vestirse con ropa asociada al sexo femenino; al usar espacios reservados para mujeres.

  1. Conocida entonces como trastorno de identidad de género ↩︎
  2. Particularmente en las últimas dos décadas ↩︎
  3. Son los “transexuales de toda la vida” en que la mayoría de la gente piensa cuando se le habla de “los trans”, a pesar que constituyen la minoría de los varones que se identifican como mujeres. ↩︎
  4. [otros ] ↩︎
  5. Esto es, que responden a los estereotipos de feminidad de su cultura ↩︎
  6. Inclinación parafílica ↩︎
  7. de un varón ↩︎
  8. o AGPs ↩︎
  9. Según Blanchard ↩︎
  10. Ginefilia ↩︎
  11. Pero no a mujeres concretas o reales. Una parafilia es precisamente una desviación de la atracción sexual hacia objetos, acciones o categorías de persona en lugar de hacia personas reales con capacidad de consentir y desear ↩︎
  12. Manual Diagnóstico y Estadístico, DSM por sus siglas en inglés, de la Asociación Americana de Psiquiatría ↩︎
  13. Psicólogo y activista autoginéfilo ↩︎
  14. El “Movimiento por la Justicia Social” al que alude el Dr. Blanchard es un conglomerado de activistas progres movidos por el identitarismo, la teoría queer, ciertas teorías raciales enraizadas en el ámbito estadounidense, y un neoliberalismo extremo. ↩︎
  15. Male-to-female: término médico para referirse a varones que se identifican como mujeres ↩︎
  16. Hombres atrapados en cuerpos de hombres ↩︎
  17. Female to male ↩︎

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