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Convocatoria de aportaciones para el informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra las mujeres y las niñas a la Asamblea General de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas en el deporte

El capítulo español de Women’s Declaration International (WDI), la organización feminista impulsora de la Declaración sobre los derechos de las mujeres basados en el sexo -un documento basado en instrumentos de derecho internacional de derechos humanos como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación sobre las mujeres (CEDAW) y la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres (DEVAW), entre otras-, presenta la siguiente aportación a la consulta abierta por la Relatora para elaborar un informe que será presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 70º periodo de sesiones, en octubre de 2024, y examinará la cuestión de la violencia contra las mujeres y las niñas en el deporte.

La Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte aprobada por la UNESCO afirma que las niñas y las mujeres deben tener las mismas oportunidades de practicar actividades físico-deportivas que los varones. Los beneficios de esta práctica durante la niñez y la adolescencia permanecen a lo largo de toda la vida y van más allá de la salud física individual, y son una intervención cultural importante en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. 

A pesar de los grandes avances que ha hecho el deporte femenino a nivel mundial, el mundo del deporte sigue siendo androcéntrico, y según el preámbulo de la propia Convocatoria que nos ocupa, “casi el 21% de las atletas profesionales han sufrido abuso sexual cuando eran niñas en el deporte.” Los criterios de entrenamiento y el ethos deportivo en general responden a características y prácticas asociadas a la masculinidad y/o al cuerpo masculino. No siempre se toman en cuenta cuestiones como las diferencias fundamentales de los cuerpos de varones y mujeres (particularmente los ciclos menstruales de ellas), y los efectos y necesidades fisiológicas que estos conllevan en relación a las prácticas deportivas y entrenamientos. Las corporaciones y federaciones deportivas, que hasta hace relativamente pocas décadas eran organizaciones masculinas en su totalidad, son todavía dirigidas y manejadas en su mayoría por varones. Esto, sumado a las diferencias en edad y prestigio de los entrenadores, presidentes, mánagers, etc., respecto a las deportistas, y a la relación de poder y relativo aislamiento en que se dan los entrenamientos, particularmente en competiciones internacionales, contribuyen al ambiente de vulnerabilidad para ellas y superioridad para ellos dentro del cual se dan los abusos. 

Sin embargo, desde WDI-España nos queremos centrar en una nueva fuente de violencia contra mujeres y niñas que se está sumando a las ya existentes: la presencia de “varones biológicos” como deportistas en las categorías femeninas. La presencia de varones que se identifican como mujeres o como personas no-binarias aumenta el riesgo de violencia en todos los ámbitos en el mundo del deporte:

  • en la práctica del deporte en sí, ya sea en entrenamientos o competiciones, porque la diferencia en fuerza y densidad ósea entre mujeres y varones puede aumentar (y ya ha aumentado) el número y la gravedad de las lesiones sufridas por mujeres y niñas.
  • en los cuartos de baño y vestuarios de mujeres y niñas, que se convertirán, por efecto, en espacios mixtos, lo que disminuye exponencialmente la seguridad de estos espacios.
  • en el ámbito económico, aumentando la violencia económica que ya sufren las mujeres deportistas.

Aumento del número y gravedad de las lesiones relacionadas con la práctica deportiva

Solemos asociar la práctica de algún deporte con la mejora de la salud física y mental. Sin embargo, el ámbito del deporte profesional o de alto nivel y rendimiento, en el cual se dedican largas horas a entrenar para obtener logros deportivos y/o para vivir del deporte como un trabajo o fuente de ingreso, es casi consustancial con el sufrimiento de lesiones físicas, además del estrés relacionado con cualquier empleo altamente competitivo. Las lesiones más comunes son de sobrecarga (desgarre y desgaste); fracturas y luxaciones; esguinces y roturas; y traumas directos (contusiones por caídas o choques, por ejemplo).

Las adolescentes y mujeres que desean dedicarse a la práctica deportiva de alto nivel sufren lesiones y estrés, al igual que los varones, pero ellas saben que los réditos económicos y sociales de dedicarse de lleno al deporte son mucho más limitados y difíciles de alcanzar siendo mujeres. Es casi incalculable la carga de estrés, angustia y frustración que el tener que competir contra varones en la categoría femeninas suma a esta realidad, pues los deportistas varones, aún con niveles de testosterona reducidos por tratamientos hormonales, serán capaces de establecer marcas y realizar proezas que estarán fuera del alcance de ellas, no importa cuánto ellas entrenen. No sería impensable que la propia competitividad y ambición lleve a algunas a esforzarse más allá de lo que resulta sano o racional en su intento por no ser eclipsadas por los varones que son ahora “compañeras” y rivales; o a abandonar el deporte profesional ante semejante injusticia y falta de deportividad. 

De hecho, ya es una fuente de preocupación el que las niñas y adolescentes abandonen la práctica deportiva según van creciendo en porcentajes mucho mayores que los varones, prescindiendo así de los beneficios físicos, mentales, emocionales y sociales que proveen los deportes. Según un estudio realizado por Women in Sport en EEUU, una de las razones es la falta de modelos (cuestión que aumentará según más varones sigan ocupando podios, obteniendo premios y estableciendo marcas imbatibles para las “mujeres biológicas”), y otra, la misoginia que las chicas perciben en el deporte de élite, evidenciada en los escándalos y casos que llegan a la prensa sobre abusos sexuales y discriminación. La vergüenza– relacionada a sus periodos, a sus pechos, a que las miren–es otro factor que citan las chicas para abandonar la práctica de deportes. Nuevamente, la presencia de varones en sus vestuarios, en sus duchas, en sus baños, en habitaciones compartidas cuando se van de competición, aumentará la angustia y la ansiedad de las chicas. Si queremos que aumente la participación de niñas, adolescentes y mujeres en la práctica deportiva, como asegura la ONU en su Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte, hay que asegurar la justicia, la equidad, la igualdad de oportunidades y el fin de la violencia contra mujeres y niñas en la categoría femenina.

Esto es imposible si la categoría deportiva femenina se basa en la identidad declarada y no en el sexo. Ya hay casos de mujeres y niñas que han sufrido lesiones a manos de varones que compiten (con y) contra ellas en la categoría femenina, y el número de esas lesiones irá en aumento si continúa la tendencia presente. En 2014, Tamikka Brents, competidora en Artes Marciales Mixtas, sufrió una fractura de cráneo y conmoción cerebral al ser golpeada por Fallon Fox, un varón que se identifica como mujer. En 2022, la joven voleibolista Payton McNabb fue golpeada en la cara por un balón lanzado con tal fuerza por un varón en el equipo contrario en un partido escolar, que sufrió una conmoción cerebral, la parálisis parcial de un lado de su cuerpo y problemas de visión, y daños neurológicos que persisten aún dos años más tarde. En otro partido de voleibol escolar, éste en California, una chica fue golpeada en la cara por un varón del equipo contrario y tras ser atendida en el hospital, debió abandonar el equipo el resto del año. En una liga no-profesional de fútbol en Australia, un varón lesionó a varias rivales en 2023, y al parecer otros jugadores trans-identificados también han provocado malestar por la desigualdad que suponen en el dominio de los partidos y las anotaciones. Ese mismo año y en ese mismo deporte, un varón causó serias lesiones en la cara y los dientes a una joven en un partido escolar en Massachusetts -el vídeo que registra la reacción de shock y empatía de las compañeras de la chica, y los gritos de la chica, es evidencia suficiente del peligro de permitir que compitan varones y mujeres en la misma categoría deportiva. También en 2023, un varón lesionó a una menor de edad en un partido de hockey sobre hierba en Escocia. En un partido de baloncesto escolar en Massachusetts en 2024, un varón identificado mujer lesionó a tres chicas del equipo rival antes de que el entrenador de este equipo decidiera abandonar el partido y darlo por perdido, evitando así que otras chicas pudieran ser lesionadas. El video que circula por las redes de una de estas lesiones, provocada en una jugada en la que no consta una falta, impresiona por la evidencia de la desigualdad física y las consecuencias que esta puede tener en la seguridad de las jugadoras.

Disminución de la seguridad en espacios de vulnerabilidad

No debería ser controvertido decir que la seguridad de niñas, adolescentes y mujeres debe tomarse en consideración a la hora de implementar políticas que abran aquellos espacios donde son especialmente vulnerables (como vestuarios, baños y habitaciones para dormir) a varones que se identifican como mujeres o como personas no-binarias. No se está diciendo que todo varón que desea ser, o siente que es, mujer; o que es una mezcla de ambos sexos; o que no se identifica con ninguno, es un depredador sexual. Lo que se está diciendo es que como no hay manera de saber cuáles varones están dispuestos a cometer actos de violencia física o sexual contra mujeres y niñas, hay que salvaguardar a las mujeres y niñas en ciertos momentos y lugares de mayor vulnerabilidad. Los vestuarios mixtos, por ejemplo, son más peligrosos para mujeres y niñas que los vestuarios que son solo de mujeres. En el mundo del deporte, además, existe ya una vulnerabilidad añadida, como señala la propia Convocatoria refiriéndose a varones de equipos masculinos, entrenadores, asistentes, etc., al decir que “[l]as representantes de las asociaciones deportivas también han expresado su preocupación por la protección y el riesgo de exposición a agresiones y violencia sexuales, así como a la falta de privacidad, debido al acceso de sus pares a los cambiadores, vestuarios y baños femeninos sin el consentimiento de las mujeres y chicas.” Lo que se está diciendo es que la intimidad y la privacidad de las mujeres, su deseo de estar en espacios en los que solo haya mujeres en momentos de mayor vulnerabilidad (como son los baños, los vestuarios, las habitaciones de hotel, etc.), no pueden ser sacrificados para asegurar los derechos de otros grupos, cualesquiera que sean. 

Es posible que en una sociedad en la cual no existiesen ni la desigualdad entre los sexos, la socialización diferenciada de varones y mujeres, la diversidad religiosa y cultural, costumbres de modestia asociadas a la desnudez, ni la violencia sexual, no habría problemas ni conflictos a la hora de tener mixtos los vestuarios, baños, dormitorios, y todo tipo de espacio que ahora suele ser segregado por sexo. Sin embargo, vivimos en el mundo en el que vivimos, y en ese mundo, habrá muchas mujeres que preferirán abandonar la práctica deportiva antes que verse obligadas a compartir estos espacios con varones, no porque no respeten cómo se identifican éstos, sino la identificación que haga una persona respecto a sí misma no conlleva un cambio de la realidad material y social en la que esa persona, y quienes la rodean, viven.

Violencia económica asociada al aumento de la desigualdad sexual en el deporte

Un  impacto  de  la  intrusión  de  los  hombres  en  el  deporte  de  las  mujeres  del  que  se  habla poco es la pérdida  de recursos de mujeres deportistas, quienes ya están en una situación de desigualdad económica respecto a los recursos que obtienen los varones deportistas en general. La participación en la categoría femenina de variones “biológicos” que se identifican como mujeres trans o no-binarias y cuyas ventajas morfológicas y anatómicas no son reducidas por tratamientos hormonales o quirúrgicos, ni son mitigadas por la discriminación o las dificultades sociales que enfrentan, pone a las mujeres deportistas (incluidas aquellas que se identifican como varones trans o no-binarias) en una situación de desventaja económica aún mayor, pues la obtención de premios en metálico, patrocinios, etc., va a quien más competiciones gana. Según el Violence Against Women and Girls Social Protection Brief de 2014 del Banco Mundial, “At the structural and institutional level, women might experience economic violence as limited access to funds and credit; controlling access to health care, employment, or education; discriminatory traditional laws on inheritance and property rights; and unequal remuneration for work.” Limitar el acceso de las mujeres a fondos y empleos y pagarle menos por un mismo trabajo constituyen violencia económica.Una categoría mixta de varones y mujeres sólo puede llevar a la desaparición del deporte femenino, y la expulsión de las mujeres del deporte profesional es un acto de violencia económica contra no solo una mujer en una relación abusiva, sino contra toda mujer y niña que se ve privada de ganarse la vida como deportista profesional a pesar de su talento, su esfuerzo y su compromiso. 

Autodeterminación del sexo registral  y el deporte femenino 

Desde WDI vemos con estupor cómo instituciones y organizaciones dedicadas a fomentar la práctica deportiva entre mujeres y niñas, defienden la presencia de varones biológicos en la categoría femenina amparándose en una mal comprendida defensa de la inclusión y la defensa de los derechos de las personas trans. Las modificaciones físicas que una persona adulta realice sobre su cuerpo para parecer un miembro del sexo opuesto no tienen por qué conllevar un cambio en la categoría deportiva por sexo en la cual esa persona participa, al igual que las modificaciones que una persona se hace para aparentar ser más joven no conllevan un cambio en la categoría deportiva por edad.  

La problemática de las personas trans-identificadas cuyas capacidades deportivas se ven alteradas a causa de los tratamientos hormonales y quirúrgicos que modifican sus cuerpos para que estos representen más fielmente la imagen de sí mismas que desean mostrar al mundo, no puede resolverse aumentando la inseguridad, la desigualdad y la vulnerabilidad física, sexual y económica de las mujeres y las niñas en el ámbito del deporte. Dada la enorme diferencia entre las capacidades deportivas de varones y hembras de la especie humana, la categoría femenina no puede ampliarse para acoger a varones trans-identificados ni a mujeres que aumentan artificialmente su rendimiento con testosterona. Los Estados, los clubes y federaciones deportivas locales, nacionales e internacionales, y organismos como la ONU, no pueden continuar desconociendo la realidad material del dimorfismo sexual de la especie humana en aras de la inclusión de las y los deportistas transgénero. Dado que las características físicas de las mujeres las pone en posición de vulnerabilidad y desventaja física ante los varones, se tiene que mantener la categoría deportiva femenina en base al sexo y eliminar la categoría masculina, sustituyéndola por una categoría abierta. En esta categoría podrían participar personas que se identifican como varones, como mujeres, como ni-binarias, sin importar su sexo. Esto no causaría ningún perjuicio a los deportistas masculinos en temas de lesiones, desventajas o desigualdad y, sobre todo, si de la salud y la igualdad de las personas trans se trata, no obligaría a las mujeres trans-identificadas a abandonar contra su voluntad el uso de  inyecciones o parches de testosterona; ni a los varones trans-identificados a buscar tratamientos hormonales que no deseen.

Conclusión

Por todo lo anterior, solicitamos a la Relatora Especial sobre violencia contra las mujeres y las niñas, sus causas y consecuencias que, en virtud de su mandato, presente las nefastas consecuencias que tiene la autodeterminación del sexo en el ámbito deportivo para las mujeres y las niñas, prestando especial atención al aumento de la violencia económica y la inseguridad física y sexual

Como muestra un estudio realizado por la Federación Internacional de Rugby (World Rugby), las diferencias físicas entre los varones y las mujeres de la especie humana no se reducen por tratamientos hormonales o quirúrgicos que alteren la apariencia, pues son mucho más profundos y significativos.

Un informe exhaustivo de la Sociedad Española de Medicina del Deporte respecto a la “participación deportiva de personas con reasignación de sexo, con intersexualidad, o transexuales”, concluye lo siguiente:


Ante esto, “se recomienda a las autoridades deportivas el abordaje de la participación deportiva de las personas con reasignación de sexo, transexuales e intersexuales desde la óptica de las consecuencias funcionales, lesionales y de incentivación de la práctica deportiva de las mujeres que tienen el derecho de participar en el deporte y de conseguir resultados deportivos compitiendo con personas con sus mismas características funcionales.”

Debemos definir la categoría deportiva femenina basada exclusivamente en el sexo si queremos reducir y combatir la violencia contra mujeres y niñas en el mundo del deporte.

Firma la Declaración

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