La «maternidad subrogada» es explotación reproductiva y tráfico de bebés.
El feminismo también tiene una trayectoria teórica y de lucha política en contra de la «maternidad subrogada». En 1995 la teórica feminista Janice Raymond escribió el libro Women as wombs (libro no traducido al castellano cuyo título significa Las mujeres como úteros) en el que expone las alarmantes implicaciones éticas, legales y políticas de algunas tecnologías reproductivas, explicando como algunas de ellas pueden representarse como nuevas manifestaciones de violencia contra las mujeres.
Por el contrario, los discursos académicos de ámbito queer y pro ideología de la «identidad de género» se posicionan abiertamente a favor de la explotación que es la maternidad subrogada, en oposición a la postura feminista abolicionista de dicha explotación, ya que consideran que el embarazo es «esencialista» y «cisgenerizado», mientras que la crítica feminista a la explotación reproductiva es calificada por su parte como «tránsfoba» y «tecnófoba».
¿Cuál es la conexión entre la autodeterminación de sexo y la explotación reproductiva? Si los hombres se consideran legalmente «mujeres», entonces se convierten en «mujeres no fértiles», por lo tanto, se les deberá conceder el «derecho» a la reproducción asistida que, en realidad, es explotación reproductiva de mujeres y venta de bebés.
También en el caso de las mal llamadas «infancias trans», las clínicas de género recomiendan a las familias que preserven gametos de los niños y las niñas, para que puedan tener descendencia propia en el futuro a través de la «maternidad subrogada». Ya que estos niños y niñas, por los efectos de las cirugías y la hormonación, en muchos casos están sentenciados a la infertilidad y otras graves consecuencias para su salud. El mantenimiento de este material genético, por supuesto, se paga. Se trata de un nuevo nicho de negocio biotecnológico.
El deseo de ser padre o madre es eso: un deseo. Y los deseos no pueden priorizarse por encima de los derechos humanos de las mujeres y de los bebés. Además, al convertirse el tráfico de menores en estos contextos en una práctica comercial legal, sin control o supervisión alguna más allá de tener el dinero para pagar el «producto», cualquier pederasta, proxeneta o pornógrafo puede comprar menores para abusar de ellos y explotarlos sexualmente, como de hecho ya sucede.
Las feministas siempre se han mostrado contrarias a la «maternidad subrogada», independientemente de que los compradores de bebés sean una pareja heterosexual, homosexual o un hombre que alegue tener «identidad de género» femenina.
A continuación, facilitamos una tabla con el vocabulario recomendado para hablar sobre este tema teniendo en cuenta el bagaje teórico del feminismo radical.
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