Como feministas, no aceptemos considerar «trabajo sexual» a la esclavitud de la prostitución y la pornografía.
El feminismo como teoría crítica de la sociedad patriarcal tiene una larga trayectoria avalando su postura abolicionista de la prostitución. Los argumentos del abolicionismo son que la prostitución no es compatible con la dignidad humana y es una forma de esclavitud que se nutre de la precariedad de las mujeres y las niñas. Es una institución que perpetúa los mandatos y los privilegios del patriarcado al respecto del uso del cuerpo de las mujeres.
El abolicionismo de la prostitución está en el corazón del feminismo. Feministas como Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Flora Tristán o Josephine Butler se posicionaron como abolicionistas. A pesar de este legado, hoy en día cada vez más se trata de hacer pasar por feminismo la postura regulacionista de la prostitución, considerando esta un «trabajo sexual» e ignorando la voz de las supervivientes.
En la actualidad, vemos además que hay múltiples ejemplos de la conexión entre el lobby transactivista con el lobby proxeneta y pro regulación de la prostitución. El concepto de SWERF (Sex Worker Exclusionary Radical Feminist), inspirado en TERF (Trans Exclusionary Radical Feminist) hace explícita esta complicidad. Si alguien puede autodeterminar cuál es su sexo, entonces ¿por qué no va a poder «elegir» ser prostituta, tal y como afirma el mito de la «libertad de elección» de la ideología neoliberal?
Para llegar a esta conclusión se parte de discursos que dan gran importancia a la agencia personal sin tener en cuenta las opresiones y desigualdades patriarcales que conduce a la prostitución de forma sistematizada.
En ambos discursos, se aplica la misma lógica identitaria, como demuestra la palabra «putófoba», también usada por el lobby pro regulacionista, dónde se asimila la condición de ser prostituida a una identidad personal «disidente», como si fuera algo transgresor. Dada la necesidad estructural que el neoliberalismo internacional tiene de la industria de la explotación sexual para poder mantener todo el statu quo, difícilmente se puede considerar transgresora a esta industria criminal, como bien explica Rosa Cobo en su libro La prostitución en el corazón del capitalismo.
A continuación, facilitamos una tabla con el vocabulario recomendado para hablar sobre prostitución y explotación sexual desde una perspectiva feminista y sin caer en el lenguaje promovido por el lobby regulacionista, basándonos en algunas recomendaciones que hace Coalition Against Trafficking in Women teniendo en cuenta el marco de derecho internacional vigente.
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