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¿Por qué es necesaria una guía de comunicación feminista?

Debemos ser conscientes de la trascendencia del lenguaje que empleamos, ya que el lenguaje es el medio a través del cual nombramos, definimos y comprendemos la realidad. La filósofa feminista Celia Amorós ya lo dijo claramente: «Conceptualizar es politizar». Por ello es necesario utilizar un lenguaje claro, conceptos que no den lugar a confusión y que puedan ser correctos transmisores del mensaje feminista.

Women’s Declaration International ya se expresó a este respecto en un comunicado anterior

«Para proteger los derechos de las mujeres basados en el sexo, debemos ser capaces de describir nuestra propia realidad con un lenguaje claro. Entendemos que los hombres nunca pueden ser mujeres, sin importar cómo se identifiquen. Por lo tanto, cuando desde WDI hablemos de defender estos derechos, no utilizaremos el lenguaje de la ideología de la identidad de género. No utilizaremos pronombres incorrectos bajo ninguna circunstancia. Este es un enfoque claro que refleja la comprensión de la realidad, no es odio, falta de amabilidad, intolerancia ni extremismo. No podemos salvaguardar los derechos de las mujeres si retorcemos el lenguaje para incluir a los hombres».

Sin embargo, poco a poco, el neolenguaje creado por la ideología de «identidad de género» no solamente va penetrando en la academia, la política y los medios de comunicación, sino que ha conseguido posicionarse socialmente como el lenguaje predominante o hegemónico. Un ejemplo de esta neolengua es llamar a las mujeres «personas gestantes» o «cuerpos con vagina» en revistas científicas o nombrar como «mujeres trans» a hombres que alegan tener identidad de género femenina. 

A día de hoy, la cultura de la cancelación y la censura se han impuesto de tal manera que sostener que la especie humana tiene dos sexos y que la definición legal de sexo debe basarse en la categoría biológica (y no en una inefable «identidad de género») para que las mujeres puedan salvaguardar sus derechos humanos basados en el sexo se consideran posturas «tránsfobas» y «discursos de odio». Las consecuencias de defender estas posiciones públicamente pueden ser el despido, la censura, la cancelación, el acoso e incluso las amenazas de muerte, muy especialmente si quien las pronuncia es una mujer. Ejemplos como el de JK Rowling han revelado la magnitud de esta cultura de la cancelación y la censura en la esfera pública. 

 La «censura» se refiere al silenciamiento del mensaje (un libro, un artículo, etc.), mientras que la «cancelación» se aplica a la persona que propone el mensaje «incorrecto», por el que es demonizada y acaba siendo condenada al ostracismo más completo en un castigo que se parece mucho a una excomunión religiosa.

Lenguaje y vocabulario impuestos

La Ideología de «identidad de género» demanda no solo la autodeterminación del sexo registral, sino que, por ejemplo, las personas sean referidas gramaticalmente en relación a su «identidad de género», en lugar de en función de su sexo. Esta petición está cada vez más extendida e incluso en muchas empresas del ámbito anglosajón empiezan a preguntar a su personal cuáles son los pronombres con los que quieren que sus colegas se dirijan a ellos. 

Esto, que se publicita como una acción inclusiva y progresista, parte de la base de que la categoría de sexo es insignificante y de que ser mujer u hombre es una elección. Por tanto, hay que comprender que cuando se nos pide «respetar los pronombres» o conceptos como «cis» o « trans», en realidad, se nos está exigiendo compartir esta creencia. Nosotras consideramos que cada persona es libre de percibirse como quiera, pero ello no tiene por qué obligar al resto de la sociedad a compartir su creencia, ni tampoco convertirse en un imperativo legal.

Estas demandas de esta ideología se han articulado, entre otras estrategias, a través de la creación del acrónimo LGTBI para garantizar la simpatía social a las mismas, asociándolas y equiparándolas a las demandas legítimas de lesbianas y gays. Sin embargo, es necesario explicar de qué forma esta amalgama contiene entre sí conflictos de intereses de tal forma que la agenda del activismo de la ideología de «identidad de género» llega a perjudicar la lucha contra la discriminación de gays y, sobre todo, lesbianas.

  • Las letras L, G y B se refieren a orientaciones sexuales distintas de la heterosexualidad, es decir, preferencias sexo-afectivas por personas del mismo sexo (L, G) o por ambos sexos (B).
  • La letra T se refiere a las personas que alegan tener una «identidad de género» distinta a su sexo, sin que ello afecte en lo más mínimo a su orientación sexual que puede ser heterosexual, homosexual o bisexual. 
  • La letra I se refiere a las personas con Diferencias en su Desarrollo Sexual (DDS), es decir, personas que sufren diferentes alteraciones del desarrollo sexual, ya sea embrionario, gonadal o genital. Como en el caso anterior, estas personas pueden ser heterosexuales, homosexuales o bisexuales.

Es evidente, por tanto, que se pueden dar conflictos de derechos entre las personas LGB y el resto del acrónimo, especialmente con la T en los casos en que una persona que diga tener una «identidad de género» distinta a su sexo pero su preferencia sexo-afectiva se mantenga por las personas del otro sexo y pretenda ser considerada «lesbiana» (en el caso de un hombre) o «gay» (en el caso de una mujer). Este ejemplo podría parecer rebuscado pero es completamente real, siendo uno de sus ejemplos más claros la creación del concepto de «techo de algodón» (cotton ceiling, en inglés), en el que varones transidentificados buscan estrategias para convencer a lesbianas para que les acepten como pareja. La negativa de las lesbianas a mantener relaciones heterosexuales llega a considerarse «transfobia» por parte de estos varones. 

Por todos estos motivos, desde Women’s Declaration España os iremos ofreciendo, a través de la sección “Hablemos en Feminista” de nuestro instagram y a través de esta web, diferentes argumentos para recuperar los conceptos propios de la genealogía feminista, que nos sirven para proteger los derechos de las mujeres basados en el sexo.

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