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Feminista noruega es acusada de cometer un delito de odio al afirmar que no cree que se pueda cambiar de sexo

Me llamo Christina. No creo que los hombres que alegan ser mujeres, niñas, lesbianas o madres sean lo que dicen ser. La policía noruega me informó en mayo de este año que estaba siendo investigada como sospechosa de haber cometido un delito de incitación al odio relacionado con la identidad de género.”

Así comienza un hilo de twitter publicado por Christina Ellingsen, compañera de WDI-Noruega. La investigación abierta a Christina responde a una ley que ella misma criticó en una audiencia en la legislatura noruega en 2020, advirtiendo que “la inclusión del concepto de identidad de género en el código penal noruego” abría la veda para que creencias subjetivas particulares sirvieran de base para delimitar delitos. También advirtió que la ley se utilizaría en contra de las mujeres, “puesto que ciertos grupos consideran odiosa la comprensión objetiva del sexo biológico, y ya ha habido mujeres denunciadas a la policía por parte de activistas por sostener esa comprensión biológica del sexo.” Su advertencia al Comité de Justicia fue preclara: eso es precisamente lo que le está sucediendo. De aprobarse la Ley Trans, las mujeres (y hombres) que en España se nieguen a creer que el sexo es una característica mutable y que se escoge según la preferencia de cada cual, podrían ser acusadas de “transfobia” o “LGTBIfobia”. De ser halladas culpables, se verían obligadas a pagar multas que van desde los 200 hasta los 150.000 euros, y sancionadas con castigos como el cierre de sus establecimientos, la suspensión de su actividad profesional, la prohibición de contratar con la administración pública o recibir subvenciones por tres años, etc.

El hombre que denunció a Christina trabaja para la organización queer más importante de Noruega, Foreningen FRI. “Es un hombre que dice ser una madre lesbiana, y está empleado como consejero en género y sexualidad, lo que encuentro increíblemente irónico”, continúa explicando Christina. Esta organización hace lobbying para que se ejecute una agenda política que busca blindar legalmente la explotación sexual y reproductiva de las mujeres, legalizando los vientres de alquiler, el proxenetismo y los burdeles, y revocando el modelo nórdico de la prostitución. Este modelo descriminaliza a las personas prostituidas, ofrece servicios de apoyo para que puedan salir de la prostitución y criminaliza el pagar por usar a otra persona como un objeto de placer sexual, reduciendo así la demanda que impulsa la trata con fines sexuales. Foreningen FRI también trabaja para que la legislación antidiscriminatoria noruega incluya los fetiches y el BDSM (prácticas sadomasoquistas).

Dado que Noruega es una democracia, explica Christina, era inevitable que los puntos de vista opuestos sostenidos por ella como activista de los derechos de la mujer, y este hombre empleado por la organización-lobby queer, se encontrasen. Esto sucedió en Twitter, y el hombre denunció todas las interacciones que habían tenido durante un año en esta plataforma una vez aprobada la ley criticada por Christina. Más tarde añadió a su denuncia palabras pronunciadas por Christina en una audiencia y en un debate televisado. Todos los comentarios hechos por ella hacían referencia a que “los hombres no pueden ser mujeres, niñas, madres o lesbianas, porque los hombres son varones; que es imposible cambiar de sexo; y que las mujeres son hembras humanas adultas”.

Christina fue interrogada por la policía en dos ocasiones durante un total de 9 horas. La policía aún no ha decidido si desestima el caso, o si la acusa de haber cometido un delito de odio. Si es hallada culpable, podría ser sentenciada a tres años de prisión.

El texto publicado por Christina habla por sí solo: “Las mujeres y las niñas no son un nivel hormonal, un sentimiento, un sentido íntimo de feminidad. Las mujeres no son pequeños hombres castrados. El sexo es un mecanismo biológico para la reproducción, determinado por el potencial que tiene un organismo de producir uno de dos tipos de gametos: ovocitos o espermatozoides. Nada más y nada menos. Los ovocitos tienen la capacidad de transmitir los dos tipos de ADN necesarios para la vida, esto es, el ADN mitocondrial y el ADN cromosómico. Los espermatozoides tienen la capacidad de transmitir un tipo de ADN, el ADN cromosómico.”

Como consecuencia de la naturaleza del sexo biológico, el sexo que produce ovocitos en las especies —la hembra— es el único que se enfrenta a los riesgos de la reproducción. En los humanos, además de los riesgos físicos que conllevan el embarazo, el parto y la maternidad, hay también riesgos financieros, legales y culturales. Las mujeres son hembras humanas adultas. Los derechos de la mujer han sido desarrollados para abordar y mitigar esos riesgos, para prevenir que el sexo biológico sea una fuente de discriminación contra mujeres y niñas

Es tan imposible cambiar de sexo biológico como cambiar de especie. No existe una combinación de patrones de pensamiento, gestos, hobbies, preferencias o estética que desclasifiquen a un hombre del sexo masculino y lo clasifiquen en el sexo femenino. Los hombres que alegan ser mujeres están haciendo womanface, y desafían el sexismo tanto como el blackface desafía el racismo.

Negar la realidad objetiva del sexo biológico y remplazar las protecciones legales que prohíben la discriminación por motivos de sexo contra las mujeres, con el concepto subjetivo de ‘identidad de género’ borra los derechos de la mujer.”

Las mujeres tienen el derecho a rechazar las creencias personales de hombres, especialmente si estas convicciones reemplazan la comprensión objetiva del sexo por un concepto subjetivo como el de ‘identidad de género’. Yo tengo el derecho a rechazar las convicciones personales de cualquier persona que no me convence de la validez de las mismas. 

No importa por qué razón un hombre alega ser mujer, si es porque tiene un trastorno mental o porque no tiene un trastorno mental, o porque tiene un fetiche o porque no tiene un fetiche. La motivación no es relevante, ni siquiera una motivación de ‘comercio justo, origen ético y respetuosa con el medioambiente’ haría que fuese cierta la alegación de un hombre de que es una mujer, una niña, una madre o una lesbiana.

Hay cosas importantes de las que hablar, y tenemos que poder hablar de ellas libremente.

La investigación del caso de Christina es “particularmente irónica”, explica, porque la ley que se está aplicando en su contra “excluye a las mujeres y la característica ‘sexo’, lo que significa que, si se le da la razón al denunciante, y él es en realidad una mujer, la ley, en teoría, no lo protege. Sin embargo, si él es lo que yo digo que es, o sea, un hombre que alega ser mujer, estaría amparado por la ley, pero claro, mis críticas a la ley serían validadas. Esto plantea irremediablemente la pregunta: ¿es este el propósito de esta ley? ¿Que los hombres contratados por organizaciones que hacen lobby a favor del patriarcado queer persigan a las mujeres que están en desacuerdo con ellos, reclamando para sí un nivel de protección legal que no tienen las personas a las que ellos imitan?Tenemos que hablar de muchas cosas relacionadas con la seguridad y la dignidad de las mujeres y las niñas. Tenemos que ser capaces de hablar sobre leyes que protejan de verdad a las mujeres de la explotación reproductiva y sexual, especialmente a la luz de los desarrollos que están surgiendo en la biotecnología, así como en las crecientes pero insidiosas industrias que permiten la explotación sexual. Para hacer esto, tenemos que ser capaces de hablar de lo que es una mujer, sin enfrentarnos al riesgo de la persecución. No obedezcamos, y usemos nuestras voces mientras aún podamos hacerlo”.

Si quieres apoyar a Christina en su proceso legal, puedes hacer donaciones a su fondo de defensa judicial a través de este enlace.

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